13 septiembre, 2006

Otro curso, otra vuelta

Comenzó de nuevo el curso escolar, el que recuerda los cambios de ropa y el regreso a los hábitos medio otoñales y fríos. Cada septiembre surge con la sensación de que algo se nos ha marchado y queda un ligero temor de cuanto nuevo pueda surgir. En realidad lo que se van sin remedio son las vacaciones, las horas de sueño libre, la divagación nocturna, la sensación de eterno sábado... El colegio regresa siempre para recordarnos que todo debe seguir como antes y que hay que regresar cada cosa a su sitio. Los niños vuelven a saborear de cerca cómo era su aula y los mayores se dan de frente con el mayor de los pasillos escolares: el de la vida y el trabajo, el de la jornada larga debiendo madrugar y pasar frío.
Por las aulas del colegio de la vida pasan alumnos innumerables y hay cursos con alumnos más guapos que otros. Sorprende ver una inmensa Sala de Profesores en la que unas veces encuentras personas que imparten clases y más adelante vuelves a verlos como alumnos. En el fondo nunca acabamos de aprender y estamos a la puerta de aula por menos de nada. Pero lo malo de ir a la Sala de Profesores no es precisamente porque estés en un momento de tu vida preparado para enseñar; lo malo es que te sientas especialmente capacitado para evaluar lo que enseñas y te conviertas en juez de aquellos que a la media vuelta van a ser de nuevo tus compañeros. Entonces, si sucede eso, alguien por encima de ti debiera dejarte una temporada grande en el aula para seguir aprendiendo.

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